Ya es un hecho: vuelven las oleadas de despidos masivos a nuestro sector, después de un par de años de relativa tranquilidad.
Primero fue Telia, con 1.500. Pronto se le unieron Telecom Italia con otros 2.000 y Vodafone con más de 14.000 entre Reino Unido, Alemania y también Italia.
La sorpresa ha provenido de BT, otrora una de las más poderosas operadoras de Europa. Ha anunciado un ajuste nunca visto hasta ahora, tanto por el volumen de salidas como por las razones subyacentes.
Se trata de 55.000 empleos que se van al garete hasta 2030, a razón de casi 8.000 despidos al año y que, acumuladamente, representan el 42% de los puestos de trabajo que tienen en la actualidad BT. Con este plan, la operadora prevé quedarse con una plantilla de alrededor de 75.000 efectivos. Se trataría de la regulación de empleo más profunda desde que BT fue privatizada. En su último ejercicio fiscal, British Telecom obtuvo unos beneficios de 2.000 millones de euros.
Pero más allá de las cifras de este salvaje ajuste, está el mensaje subyacente que se envía: no todos los despidos son porque “no hay trabajo” a prestar, sino que se prefiere que lo hagan máquinas; en concreto, la Inteligencia Artificial.
Además, no es una postura secreta y ni que se intente ocultar, al contrario, se hace ostentación: en declaraciones de Philip Jansen, CEO de BT, “para nuestra compañía se abre ahora la oportunidad de usar la IA de un modo mucho más eficaz”, “la reducción prevista a cambio de esa digitalización automática será de unos 10.000 puestos. Vamos a beneficiarnos enormemente de la IA, que supondrá un gran salto hacia adelante”, “tenemos que ser cuidadosos, sí, pero es un gran cambio”.
En román paladino: 10.000 personas se irán a la calle mientras su trabajo lo hace una Inteligencia Artificial. Como decían algunas piezas periodistas recientes, “BT es una de las pocas compañías del sector que todavía ofrece un servicio a la antigua usanza, y cuando hay problemas los clientes pueden hablar con una persona en vez de con una máquina”. Esta forma de atender al cliente se acaba.
En resumidas cuentas: el objetivo de BT es reducir 4.000 millones de euros en gracias a la inteligencia artificial, aunque eso deje a miles de familias sin sustento.
No se trata de la primera vez de se usa el argumento de los avances tecnológicos para justificar despidos. Si ir más lejos, en el ERE de Vodafone España de 2019 superaba la cincuentena las ocasiones en las que se mencionaba la digitalización y la automatización de tareas en la Memoria Explicativa.
La realidad es que estas tecnologías, allí donde arriban, producen un masiva destrucción de empleo. En el sector bancario, la banca digital a ha ayudado a que casi el 40% de la fuerza de trabajo haya desaparecido. Qué decir de las plataformas de reparto y sus algoritmos de trabajo, lo más parecido al esclavismo laboral que hemos tenido en décadas. Y no nos olvidemos que, en nuestro sector en España, hemos pasado de 96.000 personas trabajadoras en 1998 a los actuales 52.500.
Por ello, se necesita más que nunca un sindicalismo fuerte y masivo, con convenios colectivos proteccionistas y garantistas. La ausencia de esta unión de personas trabajadoras y sindicatos es darle alas a una tecnología desregulada y arbitraria, consiguiendo que mientras unos pocos extraen pingues beneficios, una abrumadora mayoría pierda su sustento.