Nadie en este sector es ajeno al fenómeno low-cost. Las ofertas de productos de
Uno de esos ejemplos fue la OMV Prexfy, y conjugamos en pasado porque ya no tiene actividad. Se dio a conocer en el sector con ofertas como las que ilustran este artículo. Decenas de gigas por unos pocos euros.
Detrás de esta fachada de precios bajos y grandes prestaciones, se enmascaraba una operativa de una ínfima calidad y con severos problemas de confiabilidad. Prexfy ofrecía cobertura de Movistar y Vodafone, aunque realmente compraba tal servicio a través de dos mayoristas interpuestas (Aire Networks y Finetwork). A ambas les compraba la capacidad de red para ofrecer sus servicios.
Su modelo de negocio pasaba por dar un volumen de datos por cliente a unos precios ridículos, pero con la esperanza de que nunca llegasen a su máximo. Si los clientes no consumían su máximo, aprovechaban el excedente para traspasarlo a otros clientes – sin comunicarlo ni a unos ni a otros– y así sucesivamente para no superar la capacidad mayorista contratada.
Obviamente, un modelo de estas características es insostenible cuando los clientes aprovechaban aquello que habían contratado, lo que agudizó la picaresca del operador. No son pocos los testimonios de clientes de Prexfy exponiendo un consumo de datos que realmente no había realizado, lo que de nuevo servía al OMV para sostener su operativa. No es díficil encontrar un cierto parecido con sistema Ponzi.
Pero no sólo pecaban de un funcionamiento más que cuestionable, la calidad de su servicio escondía una gravísima vulneración de datos personales: cualquier cliente podía acceder a datos personales del resto de clientes, incluidos DNI, firmas, etc.
Ante tal amalgama de ineptitudes, no es de extrañar que la OMV comenzase a cortar su servicio, alegando una eufemística »incidencia significativa y de naturaleza compleja que involucra a múltiples partes”.
El modelo sectorial que encubre esta mala praxis no puede continuar por más tiempo. Es insoportable asistir a latrocinios de esta magnitud, sin que nadie realice un ejercicio punitivo o, al menos de reconocimiento de culpa. Estos agentes son los que extraen el valor de nuestro sector, empobreciéndolo hasta la extenuación, lo que acaba llevándose por delante miles de empleos y una riqueza, económica y tecnológica, que es imprescindible para el progreso de nuestra sociedad.