Hace ahora aproximadamente 25 años, el Grupo Telefónica tomó la decisión, al amparo de las leyes mercantiles y del poder de dirección que le otorga el Estatuto de los Trabajadores, de segregar una serie de servicios en nuevas entidades jurídicas. De aquel movimiento empresarial, surgieron varias compañías, entre las más conocidas, Telefónica Servicios Móviles (ahora TME) o la actual TSOL.
Hace casi tres décadas, el Grupo Telefónica optó por iniciar un camino de separación de varias líneas de negocio al calor de las oportunidades financieras y bursátiles que supuestamente se abrían. Los argumentos que se esgrimían de aquella, no difieren de que se emplean ahora: el valor es mayor por separado que en conjunto, las tendencias de los mercados lo aconsejan, hay ciertos negocios pujantes que necesitan recorrido propio, etc.
Para que dichos negocios echaran a rodar, la Compañía negoció con los mismos sindicatos que ahora estamos al frente de la negociación colectiva un modelo de trasvase voluntario de personal de TdE hacia estas nuevas filiales. Como siempre en estos casos, surgieron las voces catastrofistas, negacionistas y opuestas a todo. UGT, como siempre, mostró un talante negociador, posibilista, pero sobre todo garantista y en defensa de los intereses de las personas trabajadoras, a pesar de no aprobar un modelo de segregaciones que, a la larga, resultó una caída en bolsa y un foco de tensiones laborales que sólo finalizó con la firma del I Convenio de Empresas Vinculadas. Si algo hemos aprendido de aquella experiencia, es que las personas trabajadoras sí podemos dotarnos de auténticas garantías salariales, de empleo y desarrollo profesional y social ante este tipo de movimientos mercantiles y bursátiles.
De hecho, las personas trabajadoras de TdE que voluntariamente –este dato por si sólo es fundamental- eligieron proseguir su vida profesional en estas empresas de nueva creación, lo hicieron bajo parámetros de reversibilidad en forma de excedencia temporal, con garantías de retorno en su localidad y con sus derechos de antigüedad y desarrollo salarial y profesional indemnes. Gracias a ello, muchos compañeros y compañeras eligieron, libremente, continuar su carrera profesional en estas compañías. Otros, simplemente, continuaron o regresaron a TdE sin consecuencias.
En base a la experiencia acumulada en todos estos años, y a los hechos constatados existentes, UGT quiere hacer público su posicionamiento una vez conocidas las intenciones de la dirección de la empresa sobre Telefónica Tech y Telefónica Infra.
- Reiteramos la completa y absoluta validez de todas las garantías inscritas en el II CEV para todas y cada una de las personas trabajadoras de Telefónica España: garantía de empleo, de no movilidad geográfica forzosa y que cualquier reestructuración de actividades que incidan directamente en el volumen de empleo no impliquen la adscripción con carácter forzoso.
- Adicionalmente, consideramos imprescindible dotar de la máxima transparencia y previsibilidad al proceso que ahora se abre. Es inaplazable alcanzar un acuerdo de carácter laboral que nos permita afrontar cualquier tipo de casuística en los próximo años y que abarque a todo el Grupo Telefónica, en donde no sólo se refuerce la voluntariedad de cualquier transferencia de capital humano, sino que se reconozcan la reversibilidad del cambio mediante un derecho de retorno, el mantenimiento de los derechos consolidados en origen en la empresa de destino (por ejemplo, antigüedad), cautelas en caso de PSI o similares en la empresa de origen y la obligada negociación de un marco laboral en la filial destino. Y todo ello presidido por los necesarios órganos de seguimiento paritarios que nos permita vigilar todos los procesos y reaccionar ante cualquier imprevisto.
- Rechazamos categóricamente cualquier posible descapitalización del negocio de Telefónica España. Cualquier intento de traspasar las líneas de ingresos más pujantes a nuevas filiales significaría cercenar el futuro económico de Telefónica España, poniendo en duda su viabilidad, y por extensión, la empleabilidad de las plantillas. En este sentido, debemos recordar el ejemplo de TME y TdE, que desde un primer momento colaboraron mediante el alquiler y la prestación de servicios cruzados, empleando medios propios, lo que consolidó un flujo de sinergias de ingresos y beneficios mientras se apuntalaba el empleo en cada jurídica. Esta colaboración se extendió en el tiempo hasta la misma mutualización de productos, que desembocó en servicios integrales tan pioneros como fue el Movistar Fusión.
De forma coherente con lo que expresamos públicamente en noviembre del año pasado, cuando valoramos cualquier medida que fortaleciese el valor de la acción, esto no puede ni debe significar una merma del sentido social y laboral de Telefónica. Apostamos por un proceso ordenado, diáfano, previsible, garantista y con vocación de futuro.
Por tanto, instamos a la empresa a sentarse a negociar, continuando por la senda del diálogo social y el consenso, para que, entre todos y como así ha sido a lo largo de las últimas décadas, construyamos una Telefónica valiosa, líder, pero no sólo en términos competitivos, sino también en aspectos salariales y profesionales.