UGT publica una nueva edición del estudio Digitalización de la empresa española, actualizado a los datos más recientes difundidos por organismos públicos como el INE, OCDE o Eurostat.
El análisis de dichos datos vuelve a poner de relieve el retraso del tejido empresarial español en términos de digitalización, innovación e I+D, demostrándose por tercer año consecutivo como nuestras empresas siguen sin abrazar las nuevas tecnologías.
La mayor prueba de ello es el descenso en la inversión en TIC, con una caída del 15% en 2020, precisamente el año donde más había que apostar por digitalizarse y competir online.
Las consecuencias de esta retracción de la inversión, a la que debemos sumar el pequeño tamaño de una gran mayoría de nuestras empresas y una cultura tradicional tendente al inmovilismo, tienen notables perjuicios sobre nuestra competitividad y nuestra fuerza de trabajo.
Ocho de cada diez euros que se gastan en la España desde Internet se va fuera de nuestras fronteras, lo que crea un déficit en saldo neto exterior que superará los 28.000 millones de euros en 2021. Es la consecuencia directa de tener a un 85% de empresas españolas con un bajo o muy bajo desempeño digital.
Aunque se debe destacar, especialmente, las consecuencias de esta aversión empresarial a las nuevas tecnologías en el mundo del trabajo:
- El número de empresas que contratan a profesionales expertos en TIC disminuyó un 2%, hasta alcanzar el nivel más bajo desde 2007 (10 puntos menos que en 2015).
- La formación en TIC también desciende un 2%, con los peores registros desde 2013. Trece millones de personas trabajadoras no han recibido formación en nuevas tecnologías en todo un año.
- Retrocede el número de empresas que declara dificultades para cubrir vacantes TIC, hasta el mínimo histórico del 2,5%.
- La Brecha Digital laboral de acceso a Internet es inmensa: en pleno 2021, todavía un 40% de las personas trabajadoras no usa nunca Internet (6,4 millones de personas).
Como resultado de todas estas fallas, es imposible encontrar en toda Europa una economía que, a pesar de su tamaño, potencia y capacidad, tenga un peor desempeño digital.
El Sindicato quiere hacer un llamamiento a las empresas españolas para que revisen sus políticas de innovación y transformación digital. Urge adaptarse a la nueva economía digital si queremos conformar un país moderno y sostenible.
El paquete de ayudas lanzado ayer por el Gobierno en forma de “kit digital” para PYMES puede ser un gran estímulo, pero debe complementarse con más medidas. Así, ni los fondos europeos pueden representar la única fuente de inversión – las empresas deben también poner de su parte- ni pueden usarse estas ayudas públicas para destruir empleo esgrimiendo la excusa de la automatización.
La digitalización de la economía española debe, necesariamente, ir más allá de las infraestructuras o de la mera compra de herramientas informáticas: debe ir acompañada de un profundo proceso de recualificación profesional y laboral, poniendo el foco en las competencias tecnológicas del futuro que garantizarán la empleabilidad y la competitividad de nuestra fuerza de trabajo.