Los jóvenes no son nativos digitales.
El pasado martes 16 de noviembre de 2021, UNICEF hizo público su estudio sobre cómo afectan las tecnologías en la adolescencia.
En este estudio han participado 50.000 adolescentes, siendo analizadas más de 40.000 encuestas, es considerado como el mayor estudio sobre este ámbito en España y Europa, conformando unos resultados que no nos pueden dejar indiferentes.
Lo que hacemos en la red impacta en nuestras vidas analógicas y viceversa.
El estudio relata cómo es convivir con las TRIC (Tecnologías para la Relación, la Información y la Comunicación), en edades comprendidas entre 11 y 18 años. Somos conscientes de que la tecnología forma una parte inseparable de las y los adolescentes, siendo estos la primera generación afectada por estas circunstancias. Crecen conectados/as a internet y a las redes sociales y cada vez más, somos conscientes de los riesgos que pueden desentrañar un uso descontrolado de estos medios. Recientes filtraciones sobre un estudio interno de la red social Instagram, dieron a conocer que esta red era “toxica” para los adolescentes y concluían que “Las comparaciones con lo que ven en Instagram pueden alterar el modo en que las jóvenes se perciben y describen a sí mismas, según indica The Wall Street Journal.
1 de cada 3 estudiantes españoles de la ESO podrían tener ya un “USO PROBLEMÁTICO DE INTERNET” y 1 de cada 5 podrían tener ya ciertos niveles de adicción a los videojuegos.
El estudio relata que el uso de las pantallas y las TRIC entre las y los adolescentes esta claramente generalizado desde edades tempranas, aunque en muchos casos se trata de un uso intensivo y sin supervisión el que pueda acarrear futuros problemas de convivencia.
El estudio también refleja el día a día de nuestros menores y como utilizan para su beneficio la existente brecha digital. Casi 2 de cada 3 adolescentes que están registrados en una red social disponen de más de un perfil en la misma. Un perfil blanco para papá, mamá y familiares y otro en el que se muestran como desean ser vistos. Obviar este dato implica a menudo que los progenitores puedan llegar a tener una falsa sensación de control.
Al margen de los beneficios que ofrecen las TRIC la red comporta riesgos para nuestros adolescentes y los hace especialmente vulnerables.
El estudio constata que casi la mitad de las y los adolescentes han recibido en alguna ocasión mensajes de contenido erótico/sexual. La práctica del sexting (envío por medios digitales de contenidos personales de carácter erótico o sexual) es cada vez más habitual siendo un 8% los que han participado alguna vez de forma activa y un 26.8% de forma pasiva.
También nos alerta sobre el aumento del grooming (nueva forma de pederastia, puede definirse como una serie de prácticas llevadas a cabo por personas adultas en Internet, para ganarse la confianza de menores, fingiendo empatía y adaptándose a su lenguaje, con fines sexuales).
Las tasas de ciber acoso reflejan un cambio en roles al que habitualmente estábamos acostumbrados. Las cifras se sitúan en un 22.5%, de las cuales un 10.7% son victimas y un 11.8% agresoras, por lo que podríamos afirmar que en la red lo habitual es compartir ambos roles el de víctima y agresor. Con estos cambios de roles y como padres no solo deberíamos preguntarnos si nuestro menor esta siendo acosado/a, sino si son ellos los acosadores.
Cada vez más se discute en el ámbito familiar por el uso del móvil o de las pantallas, el análisis indica que 1 de cada 4 familias tiene problemas de convivencia.
El estudio culmina con la intención de no demonizar las nuevas tecnologías, pero si quiere abrir la puerta a un debate social. Debemos ser conscientes en el punto que nos encontramos y debemos proponer un cambio. Los jóvenes no son nativos digitales como nos han hecho creer las grandes tecnológicas. La educación, la formación y la concienciación son absolutamente fundamentales para abordar esta nueva era y el peso no solo debe recaer en las familias, sino que las entidades formativas tienen que compartir este nuevo reto.
A día de hoy son muchas las incertidumbres sobre el uso de las nuevas tecnologías y en este estudio sobre las TRIC observamos que hay muchas facetas de nuestra vida como la falta de formación, el cambio constante y la brecha generacional o digital, que no siempre nos permite acompañar a nuestros menores de una manera eficaz.
La tecnología debe ser inclusiva y no excluyente, por esto es necesario un pacto entre todos, sector público, sector privado, agentes sociales y sector educativo para construir unos pilares robustos y definir como desarrollaremos la sociedad del siglo XXI.
Fuente: IMPACTO DE LA TECNOLOGÍA EN LA ADOLESCENCIA elaborado por UNICEF.
Redacción: Josep Reina.