La nueva normalidad es la realidad a la que nos estamos acercando en tanto vamos dejando atrás las peores consecuencias de la crisis provocada por la Covid19. Así, nos enfrentamos a un mundo marcado por una nueva realidad social y laboral, en tanto que la drástica crisis sanitaria ha pisado el acelerador sobre los cambios que se tendrían que haber llevado a cabo en años, en paralelo a la evolución de la digitalización. Sin embargo, el aislamiento social como respuesta a la pandemia no sólo ha evidenciado las enormes posibilidades del trabajo en remoto, sino que lo ha situado como la respuesta más eficaz para enfrentarse a la crisis sanitaria, al preservar la salud de las personas trabajadoras sin interrumpir el ciclo económico.
No obstante, la pregunta es si estamos preparados para resolver los problemas derivados de una gestación acelerada y una puesta en marcha forzada por los acontecimientos. Una vez superada la situación de emergencia cabe pulir, acondicionar y ajustar la nueva realidad desde la racionalización y la reflexión, para superar los problemas que la obligada precipitación en la implantación del nuevo modelo laboral pudiera haber generado, o provocar en el futuro si no se aborda a tiempo su solución.
A tenor de los hechos, parece que en ciertas áreas no hemos sabido adaptarnos a la nueva situación, ya que la capacidad de adaptación al cambio que tanto se exige a los trabajadores no es trasladable a ciertas estructuras de mando, como se evidencia concretamente en el segmento presencial de Comercial.
Estos últimos meses, en los que los comerciales han desempeñado su labor desde el confinamiento, venimos padeciendo un desaforado aumento de la carga de trabajo y de la actividad comercial, acompañada de una exigencia añadida en formación, reuniones virtuales, etc., motivado principalmente por una improvisación en la gestión, al verse superada la cadena de mando por una situación para la que nadie estaba preparado, lo que ha generado situaciones de estrés, carga mental y desmotivación en una fuerza de trabajo ya de por sí acuciada por problemas estructurales que debían abordarse en un nuevo modelo de comercial cuya negociación está prevista en el CEV tras la insistencia de UGT.
En el confinamiento los comerciales han realizado un sobreesfuerzo para mantener la actividad, cambiando rutinas y formas de trabajar, asumiendo roles y desafíos no previstos, mientras la estructura ha seguido inflexible en su forma de gestionar, sin tener en cuenta situaciones personales o dificultades añadidas, sorteando los acuerdos en materia de control de jornada o desconexión digital, provocando largas jornadas, acumulación de tareas, reuniones a horas intempestivas y solapamiento de actividades, que han derivado en una sobrecarga de trabajo sin precedentes.
En este momento en que sanitariamente parece vislumbrarse la luz al final del túnel y las empresas aspiran al retorno a la normalidad, UGT cree oportuno abordar el nuevo ciclo incorporando lo aprendido durante la situación de pandemia para, mediante los instrumentos de negociación colectiva, adaptar nuestro sistema productivo a los nuevos retos, sin perder derechos ni condiciones laborales en el proceso.
Efectivamente, existe el riesgo de que las empresas, obsesionadas únicamente con los aspectos económicos de esta crisis, puedan caer en la tentación de sortear reglamentaciones que han quedado obsoletas ante las nuevas situaciones post covid19 o intentar obviar acuerdos anteriores.
Ante esta preocupante situación, UGT no va a permitir ningún incumplimiento de los acuerdos existentes, manteniéndose garante del cumplimiento de la jornada laboral de los comerciales, mediante el control de jornada y la desconexión digital, utilizando los medios legales a nuestra disposición ante las instancias necesarias, dentro o fuera de la empresa, reclamando la urgente y definitiva implantación de una regulación eficaz de la jornada por medios telemáticos y la aplicación sin ambages del acuerdo de desconexión digital, a la par que exigimos abordar la negociación del nuevo modelo de comercial que incluya una reglamentación del trabajo en remoto, ampliando los términos del teletrabajo o el flexwork ya recogidos en el CEV.