Nueva edición del Índice Europeo de Economía y Sociedad Digital (DESI, por sus siglas en inglés), que se ha convertido, con el paso de los años, en el principal marcador comparativo de digitalización de los países de ámbito europeo.
El DESI está compuesto por 34 sub-indicadores agrupados en cinco dimensiones principales:
Para el ejercicio 2018, España asciende dos posiciones con respecto a 2017, que siendo una indudable buena noticia, sigue colocando a nuestro país muy lejos de la posición que nos correspondería como parte del UE-5.
Sin desmerecer al resto de dimensiones, por cuestiones de espacio y oportunidad, nos centraremos en los pilares de Conectividad –íntimamente ligado con infraestructuras de telecomunicaciones- y de Capital Humano –que incumbe a los trabajadores en su conjunto-.
En el caso de la Conectividad, España supera la media europea, aunque se sitúa en un ranking inferior (14 de 29). Así, a pesar de que en todos los subíndices se consigue una evidente mejora, especialmente en términos de FTTH y banda ancha móvil, los malos resultados en cobertura de banda ancha fija (21º) y los elevados precios (22º) suponen un lastre irremontable.
En cuanto a Capital Humano, el DESI vuelve a poner de manifiesto el profundo retraso[1] de España en términos de preparación digital de la ciudadanía y de la fuerza de trabajo.
Esta dimensión, que mide el grado de preparación de nuestros ciudadanos y trabajadores ante el reto que supone la transformación digital y la revolución tecnológica, España presenta un sonoro suspenso. Así, la mejoras en términos absolutos de algunos apartados son irrelevantes ante los avances del resto de países de la Unión, colocando a España en el puesto 14, muy lejos de la cuarta plaza que nos correspondería por potencial económico. De hecho, el propio Informe nos describe como un país de rendimiento digital medio, a la altura de países como Malta, Lituania o Letonia.
El estudio confirma que casi la mitad de los españoles no dispone de competencias digitales básicas, tales como buscar información en Internet o comunicarse por dicho medio. De hecho, España se sitúa en la posición 13 de 28 en porcentaje de usuarios de Internet, por debajo de la media europea y muy lejos de los parámetros deseados para alcanzar una alfabetización digital plena.
Además, el informe reitera la paradoja que pervive en nuestro mercado de trabajo: mientras somos capaces de generar un número muy elevado de graduados universitarios en carreras tecnológicas (séptimo puesto), el número de trabajadores especializados en TIC no crece en paralelo (puesto 18). Este desajuste entre oferta y demanda obliga a nuestros jóvenes universitarios a emigrar a otros países para desarrollar sus carreras profesionales, lo que supone un quebranto de nuestro sistema formativo, una losa para el futuro de nuestra economía y para nuestra capacidad de innovación y un fortísimo varapalo para nuestras familias y nuestra Sociedad.
Las conclusiones del DESI son muy claras hacia España: “Un alto grado de inadecuación de las capacidades en el personal de las empresas limita su capacidad de innovar y sacar el máximo provecho de la innovación. Aumentar el número de especialistas en TIC y reciclar las capacidades de la mano de obra es de vital importancia para aprovechar todo el potencial de la economía digital”, las mismas conclusiones que UGT viene manifestando.
Se hace imprescindible confeccionar, como máxima prioridad y a la mayor urgencia posible, medidas que palíen estas graves disfunciones. Por una parte, hay que poner en marcha un Plan Nacional de Inclusión Tecnológica que cierre la brecha de competencias y habilidades que sufre nuestra ciudadanía. Por otra, hay que movilizar los recursos necesarios para formar a desempleados y trabajadores en activo, a modo de reconversión digital. Así, se deben ampliar los presupuestos de todas las AAPP para proporcionar la capacitación necesaria a los desempleados, al objeto de adquirir la empleabilidad que requiere un contexto de transformación tecnológica. Y finalmente, pero no por ello menos importante, consolidar el Derecho a la Formación Profesional continua en el puesto de trabajo, como parte integral del tiempo de trabajo.
Si no tomamos estas medidas, el resto de economías seguirán avanzando, modernizando su tejido productivo, mientras España, fiel a su tradición, llegará otra vez tarde a una nueva revolución tecnológica. Y como en anteriores ocasiones, la ciudadanía y los trabajadores acabarán pagando las consecuencias de la inacción, el desconocimiento, la incapacidad y la apatía de nuestro Gobierno y del resto de actores legislativos y regulatorios ante semejante desafío.
UGT Comunicaciones