La tecnología con mayor cobertura en España, en cifras totales, es la del 3,5G (HSPA), que roza la cobertura plena (99,9%), seguida muy de cerca por el 4G, y ya a una considerable distancia, el ADSL de velocidades inferiores (2 Mbps). En esta tabla de cobertura llama la atención dos aspectos: que el FTTH ha alcanzado en cobertura al ADSL de 10 Mbps y que, aun a pesar de los altos índices de cobertura del 3 y 4G, la velocidad inalámbrica de 30 Mbps solo alcance al 14% del territorio nacional.
En cuanto a la velocidad, aquí se nota un relevante aumento de la cobertura de la alta velocidad con respecto a 2015 (+10 puntos porcentuales), alcanzando el 76% de cobertura de 100 Mbps en España, unos guarismos coherentes con el incremento de las redes de fibra en todo el territorio.
Si se entra al detalle de cada tecnología –nos detendremos en aquellas tipificadas como redes de nueva generación, ya que la evolución del ADSL y VDSL no difiere de años anteriores-, se vuelve a revelar la grave brecha territorial que vive España. Así, en el cable HFC tenemos grandes desequilibrios entre CCAA – del 88% de cobertura de Euskadi al 4% de Extremadura- y poblaciones –del 82% de las poblaciones de 100.000 a medio millón de habitantes al 7,6% de las de 2.000 a 5.000 habitantes (ver imagen siguiente)-:
Lo mismo podemos comentar en cuanto al FTTH. En términos de CCAA, las diferencias van del 96% de cobertura de fibra en Madrid al 41% de Galicia, nada más y nada menos que 55 puntos porcentuales, mientras que en municipios, se comprueba que las poblaciones de más 500.000 habitantes casi alcanzan el 100% de cobertura, por un paupérrimo 16,5% en las de 2.000 habitantes:
Obviamente, este contexto se traslada, casi miméticamente, a las velocidades de conexión:
Esta brecha territorial también existe en cobertura inalámbrica, aunque quizás menos acusada en CCAA (no llega al 20% en ningún caso) pero sí muy evidente entre poblaciones (aquellas de hasta mil habitantes difícilmente llega al 50%, por una cobertura total en las grandes ciudades):
La representación final de este brutal desequilibrio territorial está en la brecha por hábitat[2], es decir, aquella que viene determinada por vivir en una zona urbana o rural. Más allá de la tecnología, las diferencias en cuestión de velocidad son abismales: casi 40 puntos en conexiones de 30 Mbps y 50 puntos porcentajes en velocidades de 100 Mbps o más. En conclusión, si se vive en un entorno rural, hay que conformarse con una velocidad entorno a las 10 Mbps si hay suerte, y si esto nos posible, con 2 Mbps, un tipo de conexión absolutamente ineficiente para acceder funcionalmente a los servicios de Internet:
UGT Comunicaciones
[1] http://www.minetad.gob.es/telecomunicaciones/banda-ancha/cobertura/Documents/Cobertura-BA-2017.pdf
[2] http://www.ugt.es/Publicaciones/BRECHADIGITAL_WEB.pdf