Las evidencias, tan cuantitativas como cualitativas, se acumulan por doquier y cada vez son más contundentes: el aumento de la robótica sin remedios sociales, genera desempleo neto y precariza las condiciones de trabajo.
El último informe de la Universidad Autónoma de Barcelona y la Fundación IMAN confirma esta tendencia: la digitalización ha reducido la plantilla en un 12,5% en el caso del sector automovilístico y un 17,4% en el caso de lo logística. No es un caso sólo aplicable a España y no se trata de una evidencia nueva. También recientemente, se ha demostrado que la robótica en China ha reducido los salarios casi un 9% y un -7,5% en el total de volumen de empleo. Y sí, ya en 2019 advertíamos que, por cada nuevo robot industrial se destruyen casi dos empleos (1,6), y que el ritmo de destrucción se multiplicará por 4 en la próxima década, cifras ya demostradas en estudios anteriores (Bruegel o Acemoglu y Restrepo).
Concretando para el caso de España, la siguiente gráfica relaciona los datos de empleo total en la Industria y el número de robots en servicios y los datos no pueden ser más esclarecedores: en las últimas dos décadas, mientras el número de robots ha aumentado un 262%, el empleo en la industria ha descendido un 17%.
Esta sustitución masiva de personas por máquinas no es nueva, pero se está acrecentando por el impacto de la Covid. Pero, al contrario de las excusas expuestas por los empresarios, no es una respuesta a una supuesta falta de mano de obra humana, sino que responde únicamente a criterios de incremento de los beneficios empresariales. De nuevo, los datos confirman este escenario:
- Únicamente un 21% de las empresas alegan las “dificultades para contratar personal” como motivos para utilizar robots. Al contrario, un 85% los instala para “asegurar alta precisión o calidad estandarizada de procesos y/o bienes y servicios producidos”. O, dicho de otro modo: para aumentar el rendimiento de su negocio[i].
- Menos del 17% de empresas industriales proporcionaron actividades formativas en TIC a sus empleados. Este hecho confirma la nula implicación de la Industria española con la recualificación de sus empleados; sencillamente prefieren instalar robots. Debemos recordar que la EPA registra 144.600 personas en situación de desempleo en el sector industrial español.
- Tampoco es cierto que las empresas estén creando empleo tecnológico a causa de esta expansión robótica: poco más de un 2% de las industrias afirman tener dificultades para cubrir alguna vacante TIC. De hecho, el numero de vacantes en la industria es 13,5 veces menos que, por ejemplo, en el sector servicios[ii].
En definitiva, hoy por hoy, mientras las empresas no están formando a sus empleados, los robots están sustituyendo a las personas, y nadie puede garantizar que este empleo destruido llegue algún día a recuperarse (y en todo caso, es imposible aventurar cuando sería, a que colectivos afectaría y en qué condiciones). Los antecedentes de las revoluciones industriales, ejemplarizadas en la denominada pausa de Engels, nos demuestran que estás transiciones son traumáticas, los que nos debería instar a tomar medidas inmediatas y urgentes (y todo esto sin contar con la transversal intersección de la reconversión verde). Como afirman mucho autores o expertos como Marina Mazzucato, asistimos a un periodo en donde todo el valor económico acaba en manos de unos pocos, lo que acaba laminando el poder adquisitivo de las personas trabajadoras hasta el punto de poner en peligro nuestro modelo social y democrático.
En consecuencia, UGT exige a patronales, legisladores, AAPP y gobiernos una rauda actuación para mitigar esta catástrofe social y laboral. Y para ello proponemos cuatro medidas que consideramos ya ineludibles:
- Poner en marcha un modelo de 32 horas de trabajo distribuidas en 4 días a la semana, sin ninguna pérdida de poder adquisitivo.
- Desplegar un plan de recualificación profesional, técnica y digital entre toda la fuerza trabajadora de nuestro país, al objeto de proporcionar una empleabilidad digital a corto, medio y largo plazo.
- Desarrollar nuevos sistemas fiscales y de cotizaciones sociales, creando nuevas figuras si es preciso (por ejemplo, ligadas a la productividad que proporcionan estos robots o la ratio de personas trabajadoras que eliminan), que otorguen sostenibilidad al Estado del Bienestar en general, y a los sistemas públicos de pensiones en particular, ante una realidad tendente a recaudar un número menor de cotizaciones sociales e impuestos provenientes las rentas del trabajo, permitiendo así que los beneficios de nuevas tecnologías se repartan de una manera más justa y equitativa.
- Poner en marcha nuevos sistemas de rentas para aquellas trabajadoras y trabajadores que no puedan adaptarse a esta nueva realidad.
UGT considera que sólo con estas medidas podremos afrontar un futuro tecnológico dirigido no sólo de competitividad económica, sino también en clave de progreso social y laboral, dos aspectos fundamentales para desarrollar un democracia plural, representativa y participada por todas y todos.
[i] INE, Encuesta sobre el uso de TIC y comercio electrónico en las empresas, 2022.
[ii] INE, Encuesta trimestral de coste laboral, 2T2022.