- Las nefastas repercusiones de la pandemia golpean con más dureza a la España vaciada, que sufren un quíntuple aislamiento social, sanitario, económico, laboral, y ahora más que nunca, digital.
- La falta de previsión y actuación de las diferentes AAPP (de gobiernos estatales a autonómicos, pasando por consistorios y diputaciones) han incrementado la desigualdad digital hasta extremos insoportables: el número de personas desconectadas en el rural es semejante al de la suma de todas las capitales de provincia y grandes ciudades, a pesar de concentrar menos de la mitad de población.
- La Brecha Digital en la España vaciada también alcanza cifras insoportables en capacidades informáticas: el 50% de sus habitantes solo acredita bajas o nulas habilidades informáticas. De nuevo, la falta de planes públicos específicos está detrás de este desequilibrio.
- A las dificultades de comunicación ante la indisponibilidad de Internet (RRSS, video-llamadas) se suma la imposibilidad de acceder a ofertas de entretenimiento alternativas (streaming), lo que aumenta dramáticamente el aislamiento de sus habitantes e incrementa aún más las desigualdades económicas y laborales, persistentes desde hace décadas.
- Finalmente, estas carencias coartan las posibilidades de sus habitantes a la hora de hacer trámites con las AAPP (como la actual campaña para la declaración de Hacienda) o el acceso a la banca digital, dos aspectos esenciales en la actual situación de confinamiento.
- UGT llama a revertir esta situación, abonada por años de desidia gubernamental, con la celebración de un gran Pacto por la Inclusión Tecnológica, poniendo el foco en la España vaciada.
Las repercusiones de la crisis sanitaria están siendo especialmente duras con la España vaciada. A décadas de abandono gubernamental y legislativo, que han ido sistematizando múltiples capas de desigualdad en nuestro rural, se le ha sumado una nueva: la digital.
Una nueva forma de desigualdad, transversal a las ya existentes, que acrecienta dramáticamente las diferencias sanitarias, sociales, económicas, financieras y laborales enraizadas legislatura tras legislatura.
Así, las dificultades que soportan los habitantes de la España vaciada, en términos digitales y al objeto de teletrabajar, estudiar o entretenerse son, de largo, las más numerosas: el número de personas desconectadas en el rural es semejante al de la suma de todas las capitales de provincia y grandes ciudades, a pesar de tener menos de la mitad de población acumulada. Otro tanto puede decirse de los hogares sin conexión a Internet: hay tantas en la España vaciada como en la suma de todas las grandes ciudades. Un 25% de las viviendas situadas en poblaciones de menos de 10.000 habitantes no dispone de ordenador y el uso del teléfono móvil es 3 pp inferior al de una ciudad de más de 100.000 habitantes. En cifras absolutas: 800.000 personas de la España vaciada no acceden nunca a Internet; 425.000 viviendas no poseen conexión a la red de redes.
A esta evidente falta de infraestructuras informáticas se suma otros dos factores: la insuficiencia de redes de telecomunicaciones de nueva generación y la ausencia de conocimientos informáticos.
Nuestras infraestructuras de telecomunicaciones, aun siendo de las más capilares y potentes de Europa, continúa con sombras excesivamente amplias: todavía un 2% de las pequeñas poblaciones emplea conexiones a Internet móvil de banda estrecha, una tecnología de finales del siglo pasado. Las conexiones de banda ancha fija de baja calidad alcanzan a cinco veces más hogares del rural que en las ciudades más pobladas.
En cuanto a competencias digitales, las cifras no pueden ser más desoladoras: el 50% de los habitantes de la España vaciada solo acredita bajas o nulas habilidades informáticas. Como consecuencia de esta carencia, el tradicional aislamiento geográfico y social se multiplica en tiempos de confinamiento, hasta entorpecer actividades básicas: 16% declara no saber realizar compras online y no puede hacer pedidos de alimentación para que los suministren en su casa; un 42% no accede a RRSS; únicamente un 5% se descarga películas. La larga cuarentena se hace mucho más complicada al no poder usar estas facilidades.
La Brecha Digital en el hábitat rural también presenta una vertiente financiera y bancaria: un 34% de los habitantes de las poblaciones de menos de 10.000 personas no presentan la declaración de Hacienda online por falta de conocimientos adecuados; hasta un 52% no usa nunca la banca electrónica, cifra que desciende vertiginosamente hasta el 2% en el caso de mayores de 65 años. Una insuficiencia que marca la diferencia a la hora de gestionar la economía familiar.
Todo esto podría ser evitable. No es un fenómeno nuevo. Se trata de colectivos y cifras que se repiten, año tras año casi sin mengua, desde hace más de una década. Tres de cada cuatro personas en situación de vulnerabilidad tecnológica, residentes en la España vaciada, aseguraban hace menos de un año que no necesitaban Internet, ya que les resultaba útil. Sin lugar a dudas, el objetivo primordial de explicar las bondades de la tecnología ha fallado y las consecuencias están aquí.
Es evidente que ninguna AAPP ha sido sensible a esta denuncia, que UGT lleva años señalando. Prácticamente ninguna ha tomado medidas decididas en pos de acabar con esta desigualdad del siglo XXI. Desde gobiernos estatales a autonómicos, pasando por consistorios y diputaciones, han ignorado esta realidad social, que se ha emergido con toda su virulencia al calor de la crisis sanitaria del Covid19.
UGT llama a revertir esta situación con la celebración de un gran pacto transversal de Inclusión Digital, que ponga un especial foco en la España vaciada y desconectada. Urge que todas las Administraciones implicadas, acompañadas de Diálogo Social bipartito y tripartito, nos pongamos a trabajar para cerrar esta indigna e insoportable Brecha Digital de la España vaciada.