- La exclusión en formación digital alcanza a 1 de cada 3 españoles: el 36% de la población adulta tiene un bajo nivel en alfabetización digital (diez puntos por encima de la media de la OCDE).
- Nuestro sistema de formación continua y nuestras políticas activas de empleo no cumplen con su cometido: sólo un 19% de los adultos con peor cualificación y del 21% de los parados recibe formación para mejorar sus competencias.
- Las empresas fallan clamorosamente a la hora de recapacitar a sus plantillas: España es el peor país de la OCDE a la hora de ajustar necesidades formativas y formación real en el puesto de trabajo, como consecuencia de la falta de planificación de las empresas.
- Y por si todo esto no fuese suficiente, la formación que se imparte en la actualidad no redunda ni en un aumento de la productividad ni de la remuneración de los trabajadores, hasta el punto de que la mitad de los empleados no percibe que formarse sea útil para su trabajo diario o su desarrollo profesional.
Severo toque de atención del organismo internacional a nuestro sistema educativo y reciclaje profesional. A través de su último estudio sobre la efectividad de la formación entre adultos (Getting Skills Right), la OCDE describe cómo los niveles de competencias digitales los trabajadores españoles se encuentran entre los peores del mundo occidental.
Así, la OCDE confirma que nuestros sistemas de aprendizaje adolecen de sentido de urgencia -ni empresarios ni gobiernos comprenden la necesidad de actuar urgentemente para actualizar las competencias digitales de nuestros trabajadores- ni de inclusividad social – para muchos adultos, las oportunidades de formarse son escasas, cuando no inexistentes-.
Ambas premisas deberían estar presentes en las políticas formativas gubernamentales y en los planes estratégicos de las empresas, en vista de las carencias que exhibe nuestra mano de obra: el 35,7% de la población adulta española demuestra un bajo nivel de competencias digitales (frente a la media de la OCDE del 26,1%).
Además, se manifiesta que la empresas españolas no está haciendo todo lo posible por alinear la formación delos trabajadores con las necesidades del mercado laboral: si bien la mayoría de las empresas son capaces de prever las necesidades de cualificación que demandarán del mercado de trabajo, “raramente usan estos datos para planificar la oferta de formación”. En consecuencia, la OCDE afirma que “España es el país con la peor correspondencia entre la demanda de competencias proveniente de las empresas y la oferta de formación”. Un señalamiento que debería hacer recapacitar a nuestros empresarios; un déficit que no nos podemos permitir como economía y sociedad.
Por otro lado, el estudio atestigua que la formación continúa no está sirviendo a los trabajadores ni para aumentar sus retribuciones ni para incrementar su publicidad. Los datos vuelven a ser impactantes: solo el 48% de los trabajadores que ha recibido formación reciente manifiestan que dicha formación ha sido “util” para su trabajo diario. Otro lastre para el desarrollo profesional y salarial de los trabajadores y trabajadoras españolas.
Finalmente, la OCDE recuerda que este contexto de déficil formativo y de competencias confluirá con el proceso de automatización del empleo, que afectará a la mitad de los trabajadores españoles, que verán como la mitad de sus tareas serán realizadas por máquinas, lo que agravará las situación de empleabilidad de nuestra fuerza de trabajo:
En opinión de UGT, las evidencias son más que suficientes: es imperioso ponernos inmediatamente a trabajar para recualificar y dar empleabilidad a nuestra fuerza de trabajo. Las advertencias son cada día más apremiantes y contundentes.
UGT no solo está denunciando esta insoportable realidad, sino que además está contribuyendo a cambiarla con medidas activas y propositivas. Nuestro acuerdo de competencias con Google, así como nuestros esfuerzos para que gobiernos y AAPP se sensibilicen y desbloqueen ingente prespuestos para formación, van en esta línea de acción sindical comprometida y de futuro.
Las fuerzas políticas que dirimirán el próximo gobierno y los empresarios de este país deben concentrarse en lo verdaderamente importante: en las necesidades laborales y formativas de los trabajadores españoles. Sin una fuerza de trabajo bien cualificada no será posible progresar como país, lastrará nuestra economía y laminará nuestro sistema social.