Desde el anuncio de fusión entre Orange y MásMóvil se cuentan por cientos los artículos, opiniones y posicionamientos alrededor de los llamados remedies.
Los remedies, que podríamos traducir por “«acciones» o «soluciones jurídicas», son un conjunto de mecanismos legales desarrollados por el Common Law para subsanar o compensar la infracción de un derecho”. Para el caso de las telecos, son aquellas obligaciones que se imponen a los actores de una fusión, obligándolos, por ejemplo, a vender parte de sus activos. Una muestra de esto fue la obligación que se le impuso a la propia Orange cuando adquirió Jazztel para “ceder una red independiente de fibra óptica hasta el hogar (FTTH) que abarca entre 700.000 y 800.000 unidades inmobiliarias”, además de comprometerse a “ofrecer acceso mayorista a la red nacional de ADSL de Jazztel al comprador de la red fibra durante un período de hasta ocho años”.
A lo largo de nuestra historia, la imposición de estos “remedios” han causado estragos en nuestro sector. Conducidos por la inefable comisaria de la CE, Margareth Vestager, cada movimiento de compra o fusión entre operadoras en España acaba siempre en el mismo modelo de repetición: una de las tres principales operadoras compra a un tercero; se le obliga a vender parte de su red para que surgiese un nuevo operador, que crecía exponencialmente tirando los precios, hasta que era de nuevo adquirido por alguna de las principales operadoras…y vuelta a empezar. Entre tanto, el empleo, la competencia en infraestructuras y la calidad del servicios caían en picado empujados por la dinámica low-cost que tanto daño ha hecho a este sector.
En opinión de UGT, esta perniciosa dinámica debe cesar de una vez por todas, ante las gravísimas consecuencias que ha tenido para el empleo (recordemos 15.000 puestos de trabajo menos en una década). La doctrina de crear un mercado artificial de cuatro, o incluso cinco operadores, pugnando por bajar constantemente los precios ha creado una permacrisis de ingresos y empleo que no pueden dilatarse por más tiempo.
Consideramos inadmisible prolongar eternamente paradigmas que se han demostrado fallidos. La Comisión Europea debe suprimir tics de otra época, cerrar sus brechas de cohesión interna y abrirse a políticas donde el empleo y la competencia en infraestructuras sean los ejes de crecimiento. Acierta nuestro país cuando apoya esta nueva visión, olvidándose de los protagonismos de algunos que, además ejercitarse cara a la galería, le despistan de aquello que deberían estar haciendo (por ejemplo, analizar cual es el impacto en el empleo de sus decisiones a lo largo de estas dos últimas décadas).
En conclusión: sólo permitiendo una fusión sin más obligaciones que las referentes a creación de empleo e inversión podremos acabar con este interminable proceso de consolidación. Seguimos defendiendo la necesidad de conformar un sector telco integrado por operadores fuertes que compitan sobre infraestructuras y apuesten por la inversión, la innovación, el crecimiento y el empleo.