No es nada raro que nuestro sector sea frecuente foco de atención, en múltiples aspectos, pero con especial foco en los precios. La prioridad regulatoria de los organismos nacionales y europeos, priorizando el bajo coste de forma abusiva, ha instaurado la idea de que los precios de la telefonía son siempre onerosos y que debería bajar de forma infinita.
Los anuncios de varios operadores de incrementos en sus tarifas en este inicio de 2023 han generado una curiosa corriente informativa, que incluso ha empezando a señalar – no es la primera vez- a nuestro sector como generador neto de inflación, tildando tales subidas como “históricas”. Pero ante apreciaciones, lo más conveniente es contraponer hechos, y más cuando hablamos de aspectos que son, en esencia, números.
Así, según el INE, en enero, el IPC se comportó de la siguiente forma:
Mas allá de que el IPC general roce el 6% y que el de las Comunicaciones apenas supere el 2%, se destaca en algunos medios que enero ha supuesto un alza del 4,5% en los precios de la telefonía. Pero este dato, aislado y puntual para el mes de enero, es ciertamente sesgado. Veamos la evolución histórica de los precios desde 1998, año de la liberación de la telefonía en España y Europa, hasta el cierre de 2022:
Las trayectorias son incontestables: mientras el IPC aumentó un 57% en más de décadas, el precio de los productos relacionados con las telecomunicaciones descendió un 28%, lo que representa un diferencial de 85 puntos.
En resumen, cuando se hable de precios en las telecos españolas, por favor, usemos datos reales, completos y con perspectiva.