La digitalización, como proceso disruptivo que está cambiando nuestras vidas y nuestra forma de trabajar puede contener alguna amenaza para nuestras condiciones laborales, pero también representa grandes oportunidades.
El progreso tecnológico permite dedicarnos a tareas menos tediosas, más creativas, que posibiliten innovar y crecer profesionalmente. A lo largo de la historia, el progreso tecnológico ha justificado que sindicatos y trabajadores y trabajadoras reclamemos una reducción paulatina de la jornada laboral y una mejora de nuestros salarios, en paralelo a la mejora de la productividad que recogían las empresas con cada innovación técnica.
Si bien es cierto que la Digitalización, en su peor faceta, puede ser usada como una herramienta de destrucción de empleo (las plataformas digitales, mal denominadas “economía colaborativa”, son el paradigma de la precarización salvaje del empleo a costa de un mal uso de la tecnología) Telefónica presume de entenderla como “un proceso de innovación y evolución cuyo eje son las personas” por lo que, compartiendo esa visión, desde UGT pretendemos que esa teoría se lleve a la práctica.
Para UGT la negociación del II Convenio de Empresas Vinculadas debe permitirnos aprovechar las ventajas de la digitalización y soslayar sus posibles amenazas. En consecuencia, planteamos que la empresa reparta entre los trabajadores y trabajadoras los beneficios asociados al uso masivo del Big Data y la Inteligencia Artificial. Es indudable que productos y servicios como Aura y Luca, resultantes de un gran esfuerzo de adaptación de la plantilla, están ayudando a incrementar los ingresos de la compañía y a fidelizar a nuestros clientes, por lo que dichos beneficios deben revertir a los trabajadores y trabajadoras de Telefónica en términos de incremento del poder adquisitivo y de reducción del tiempo de trabajo.
Por otra parte, las nuevas tecnologías que nos permiten ser punteros en atención y calidad ante nuestros clientes pueden y deben servir igualmente como mejora de las condiciones laborales de la plantilla que las posibilita, consolidando el Teletrabajo como una forma de prestación laboral moderna, eficiente, ecológica, sostenible y de incontestable eficacia a la hora de conciliar la vida laboral y familiar.
Igualmente, la digitalización debe posibilitar una deslocalización de la actividad que garantice la plena ocupación en todas las localidades, independientemente de su tamaño o de los puestos tipos existentes, contribuyendo así a las imprescindibles garantías de empleo, no movilidad geográfica forzosa y no segregación forzosa de actividad que constituyen nuestra tríada de salvaguardas irrenunciables en todo convenio.
Paralelamente, y bajo la premisa de minimizar los riesgos de la digitalización, es imprescindible abordar un profundo y exhaustivo proceso de formación que actualice las habilidades y competencias de todos los trabajadores y trabajadoras de Telefónica en aspectos TI, para garantizar tanto nuestra empleabilidad futura como la propia pervivencia tecnológica de la empresa en la llamada revolución digital.
Igualmente, las facilidades de gestión que las nuevas herramientas digitales ofrecen a nuestros clientes deben trasladarse a la plantilla que las construye, estableciendo en el II CEV protocolos de gestión de estas que conviertan en realidad efectiva el derecho a la desconexión digital, evitando la injerencia de las nuevas tecnologías en la vida familiar y el tiempo de descanso de los trabajadores y trabajadoras, afrontando así la nueva plaga de nuestro siglo que supone el “tecnoestrés” derivado de un uso intensivo y excesivo de las tecnologías.
Una empresa como Telefónica, que publicita la Digitalización y la Responsabilidad Social en todos sus ámbitos de actuación, debe acompañar el progreso inherente al desarrollo de nuevas tecnologías con mejoras en las condiciones laborales de sus empleados. El inminnete II CEV supone una inmejorable oportunidad de responder a los planteamientos de UGT y concretar en hechos las ventajas que el nuevo mundo digital nos ofrece, estableciendo mecanismos de deslocalización de actividad y atención en remoto, profundizando en el teletrabajo como herramienta de conciliación y concretando los mecanismos de desconexión digital.