A un año y medio de las próximas elecciones sindicales es ya habitual que aparezcan las voces de quienes, tras haberse eclipsado después de las anteriores, buscan situarse en el nuevo proceso electoral intentando polemizar, a falta de mejores argumentos, con cualquier dificultad que pueda servir a sus intereses para desviar la atención sobre los motivos reales por los que no obtienen mayor respaldo de los/as trabajadores/as, que no son otros que su incapacidad para encontrar y acordar soluciones a los problemas.
Así, estos próximos meses toca intentar desprestigiar el CEV, rebuscando y entresacando, una a una, cualquier situación de conflicto o discrepancia, cerrando intencionadamente los ojos a la realidad, para achacar al acuerdo lo que no son más que circunstancias indeseadas, pero que entran en la lógica del entorno cambiante e inestable en el que trabajamos.
Por tanto, para criticar al CEV se recurre puerilmente a señalar los problemas como consecuencia del propio acuerdo, invocando además sin pudor el pasado como algo idílico, donde al parecer nunca había situaciones complicadas o conflictos, obviando que éstos siempre han existido, y que precisamente los acuerdos que UGT ha sido capaz de alcanzar siempre han proporcionado una adecuada respuesta a cada situación y en cada momento.
Estamos una vez más ante una cortina de humo, disfrazada de preocupación por los/as trabajadores/as, para tapar la irresponsabilidad y falta de capacidad e intención de “mojarse” y llegar a acuerdos de quienes siempre han tomado el camino fácil de ver los toros desde la barrera, y disimular su inacción limitándose a criticar a quienes participamos responsablemente en la resolución de cada problema.
Pretenden negar que, durante los últimos años, culminando en el acuerdo del CEV, hemos conseguido un marco laboral único en nuestro país, con subidas salariales reales, por encima del IPC y por encima de la media de los miles de convenios alcanzados, mejorando además nuestros derechos laborales y sociales. Intentan ignorar que los acuerdos alcanzados por UGT, incluido el CEV, nos han mantenido al margen y a salvo de la peor situación socioeconómica y laboral que ha golpeado nuestro país en todos los años de democracia, y quieren además empañar ese logro mediante un empecinado e interesado señalamiento de los problemas del día a día, a sabiendas que no son consecuencia del CEV y que precisamente solo podrían tener solución dentro de éste.
Es peligrosamente infantil la desfachatez de pretender achacar al CEV, que nos ampara de cualquier situación arbitraria, de los problemas derivados de la realidad imparable de un sector en permanente transformación. La inevitable desaparición del cobre y cierre de centrales y la automatización y robotización de procesos y actividades son circunstancias reales, que suponen una amenaza cierta para el empleo estable y de calidad, y son precisamente los convenios y acuerdos, como el CEV, los que han preservado con éxito nuestras condiciones laborales y económicas, a pesar del naufragio económico y social que ha golpeado a nuestro entorno inmediato, reformas laborales incluidas.
También nos critican por nuestra participación en el PSI, cuando, en un mundo donde la velocidad de los cambios es exponencial, exigiendo un permanente esfuerzo de adaptación, y donde la innovación tecnológica supone una amenaza real para el empleo, hemos conseguido, mediante acuerdos, que el problema de la dimensión de la plantilla, del que sería una irresponsabilidad inhibirse, se resuelva con voluntariedad, situación única en nuestro sector y ante la que quieren cerrar los ojos, soslayando que existen fórmulas distintas, a las que la empresa podría recurrir y que nuestra capacidad para negociar han evitado. Luego, curiosamente, son los primeros en apuntarse a cualquiera de los planes de regulación pactados.
Todo esto no es más que el penoso intento de algunos de reubicarse en un escenario del que voluntariamente se han autoexcluido, y del que su propia ineficacia e inacción les ha expulsado, mediante mensajes tendenciosos y medias verdades, para intentar culpabilizar a UGT de cualquier dificultad, por nimia que esta sea, y esconder con ello su falta de ideas y soluciones para solventar los problemas, y esconder que son los acuerdos que UGT ha alcanzado los que nos mantienen a salvo en el peor escenario laboral que se recuerda en nuestro país, y que constantemente calumnian o ponen en peligro con absurdas demandas.
Desde UGT siempre hemos tenido claro que nuestro futuro se resuelve con un presente con garantías, anticipándonos al cambio. Nuestra acción sindical se ha caracterizado siempre por la búsqueda de soluciones, no solo para los problemas coyunturales del día a día sino, por analizar, estudiar, recabar información y conocimiento, para debatir y adelantarnos a los desafíos de mañana, sin rehuir el esfuerzo, soportando el desgaste de la explicación y asumiendo la responsabilidad de los acuerdos, en total contraposición a quienes nunca han firmado nada, que nunca han planteado alternativas viables o propuestas creíbles a los acuerdos alcanzados y que, en definitiva, simplemente rehúyen la negociación para evitar “mancharse” las manos con ningún acuerdo, y que no tienen apuro en criticar sistemáticamente los alcanzados por nuestra organización, aunque hipócritamente se beneficien directamente de ellos.
Frente al inmovilismo y la nostalgia del lejano pasado de algunos, UGT afrontara los próximos retos de futuro, con el mismo entusiasmo y ambición que los anteriores, para seguir proporcionando alternativas y soluciones para una plantilla que necesita respuestas y garantías, apostando como siempre por acuerdos globales, conscientes de lo que nos jugamos en un futuro que vendrá marcado por posibles movimientos empresariales, internos y externos, la transformación digital y la regulación sectorial, y lograr que a pesar de todo sigamos siendo una referencia, en el contexto nacional, en derechos sociales, económicos y en empleo.