Ha finalizado la primera reunión de la mesa negociadora del ERE presentado por Vodafone el pasado 15 de septiembre.
En él, han aportado la memoria explicativa que reduce a 509 personas la afectación inicial de 515.
Para UGT lejos de ser un gesto, esta disminución es un reflejo de la improvisación, la falta de criterio que ha caracterizado la gestión de la dirección del Grupo Vodafone en España.
A esta incapacidad manifiesta para reconducir los resultados, ahora se suma la falta de escrúpulos que supone anunciar el cierre de todas las tiendas propias (aquellas personas que forman parte de la plantilla del grupo).
Hay que recordar el esfuerzo que estos trabajadores y trabajadoras hicieron durante los meses más duros de la pandemia, aquellos en los que tuvieron que atender a la población, presencialmente, para intentar cubrir las necesidades de comunicación que hicieron posible que la actividad económica continuase, que permitieron nuestro ocio en esos difíciles momentos.
Eran y son personal esencial, no los damnificados de la falta de acierto de unos malos directivos.
La regulación está llevando a una situación imposible a las operadoras, pero eso no es eximente para focalizar la responsabilidad de la situación actual en la dirección.
La propuesta económica es otra muestra más: 33 días por año trabajado con un limite de 24 mensualidades y posibles prejubilaciones a partir de 56 años, 10 de antigüedad con unas rentas del 80% del sueldo.
Una oferta rácana que augura una difícil y dura negociación.